La diabetes de tipo 2 va en aumento y afecta cada año a más de 30 millones de estadounidenses, más del 10% de la población. Alemania registra más de 600.000 nuevos casos al año. A pesar de las recomendaciones sobre qué comer y otros cambios en el estilo de vida, la ciencia ha sido incapaz de frenar la proliferación de esta enfermedad “moderna”. Ahora, nuevos hallazgos revelan que el horario de las comidas afecta al azúcar en sangre. Esta información crucial puede conducir a una forma más eficaz de controlar los niveles de glucosa de los diabéticos.
¿Qué es la diabetes de tipo 2?
Antes de comprender cómo afecta el horario de las comidas a los niveles de glucosa en sangre, es importante entender cómo afecta la diabetes tipo 2 al organismo. Básicamente, el cuerpo utiliza el azúcar (glucosa) como fuente de energía, empujando el azúcar del torrente sanguíneo a las células. Una vez dentro de las células, la glucosa puede utilizarse para impulsar una serie de funciones en todo el organismo. Para hacer llegar la glucosa a las células, el cuerpo depende de una hormona llamada insulina, que transporta la glucosa. Un mayor nivel de azúcar en el torrente sanguíneo significa que debe producirse un mayor nivel de insulina para transportar eficazmente ese azúcar a las células y utilizarlo como energía.
Cuando los niveles de azúcar en sangre son constantemente elevados, la producción de insulina del organismo se dispara. Si esta situación se prolonga, el organismo acabará desarrollando una tolerancia a la insulina. Esto provocará que el organismo no sea capaz de producir suficiente insulina para procesar los altos niveles de glucosa, o que la insulina producida no sea lo suficientemente potente como para transportar el azúcar a las células. Con el tiempo, los niveles crónicos de glucosa en sangre superiores a los normales dan lugar a la diabetes de tipo 2.
Los síntomas más comunes de la diabetes de tipo 2 son:
Aumento de la sed y la micción
Puede ser un síntoma difícil de reconocer, porque puede parecer parte de un ciclo lógico y normal. Comienza con un aumento de la sed y, a medida que se consume más agua, naturalmente se tendrá que orinar más. Es probable que el paciente se despierte varias veces a lo largo de la noche para beber más agua u orinar.
Hambre frecuente
También se nota que se tiene hambre con más frecuencia. Esto se debe a que las células no procesan el azúcar de la sangre, lo que significa que están hambrientas de energía. Como resultado, los antojos de comida serán más fuertes y frecuentes.
Pérdida de peso inexplicable
Como el azúcar de la sangre no puede ser procesado por las células, éstas tendrán que utilizar la grasa almacenada previamente para obtener energía. Esto suele provocar una pérdida de peso, que no es el resultado de una alimentación más sana y un aumento de la actividad física.
Ataques de cansancio
Como ya se ha mencionado, la incapacidad del organismo para procesar el azúcar deja a las células con pocas alternativas para crear energía. Esto significa que uno se cansa más fácilmente y se siente fatigado con más frecuencia.
Visión borrosa
Las células que necesitan energía se abastecen de todo el cuerpo, incluida la humedad del contorno de los ojos. Como resultado, los ojos se secan y se inflaman. Esto suele provocar una visión temporalmente más borrosa.
Sistema inmunitario inhibido
Debido a un flujo sanguíneo más lento por todo el cuerpo y a las deficiencias vitamínicas que son comunes entre los diabéticos, el sistema inmunitario no es tan fuerte como debería. Como consecuencia, las heridas tardan más en curarse y aumenta el riesgo de contraer enfermedades o infecciones.
Una investigación descubre que el horario de las comidas afecta al azúcar en sangre
Aunque la importancia de comer alimentos sanos de origen vegetal sigue siendo un factor importante para controlar los niveles de azúcar en sangre, los investigadores han descubierto que comer dentro de un horario específico de nueve horas también tiene un impacto notable en los niveles de azúcar en sangre. En un proyecto de investigación anterior, se alimentó a ratones con una dieta rica en grasas, pero sólo se les suministraron sus comidas entre las 9:00 y las 18:00 horas diarias. La mejora de los niveles de glucosa observada en los ratones inspiró a los investigadores, que esperaban confirmar los hallazgos con nuevos estudios. En concreto, equipos de la Universidad australiana de Adelaida y del Instituto Salk de Estudios Biológicos de California esperaban reproducir los resultados en seres humanos.
En este último estudio participaron 15 hombres de entre 30 y 70 años con riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2 y sobrepeso, con un perímetro de cintura de 102 centímetros o más. Durante una semana, los hombres siguieron un horario de comidas similar al del estudio anterior con animales. Algunos participantes tomaban todas sus comidas entre las 8.00 y las 17.00 horas, mientras que otros podían comer entre las 12.00 y las 21.00 horas. En cualquier caso, todos los participantes tenían que respetar el horario de nueve horas establecido en el estudio anterior.
Al final del ensayo, los hombres de ambos grupos presentaban un mejor control de la glucemia. Los hombres también experimentaron una pérdida de peso como resultado de la modificación del horario de comidas. Los autores de la investigación señalaron que, dado que se había pedido a los hombres que comieran los alimentos que consumían normalmente, los resultados no se debían a elecciones alimentarias más saludables.
Más ventajas de seguir un horario estricto de comidas
Ahora que sabemos que el horario de las comidas afecta al azúcar en sangre, también somos conscientes de que seguir un horario estricto también aporta otros beneficios. Con el tiempo, el reloj interno de nuestro cuerpo, o ritmo circadiano, se ajustará a nuestro horario de comidas. Esto significa que no sentiremos la necesidad de picar tan a menudo. Sentiremos hambre cuando se acerque nuestra hora normal de comer, pero tendremos menos antojos en otros momentos del día.
Además, la forma en que los horarios de las comidas interactúan con el ritmo circadiano puede afectar a la capacidad de controlar el peso. Por eso, las personas que comen más tarde por la noche, sobre todo después de la puesta de sol, son más propensas a engordar. Limitar las comidas a las horas diurnas puede ser beneficioso para mantener el peso e incluso para adelgazar.
Comer durante las horas de luz también puede ayudar al organismo a aprovechar mejor las vitaminas, los nutrientes y las proteínas de la dieta. Como el sistema digestivo y el microbioma intestinal están más activos durante esas horas, pueden extraer nutrientes saludables de forma más eficiente. Esos nutrientes pueden ayudar a mantener la piel tersa o a que los órganos de todo el cuerpo funcionen mejor. Al final, cuándo se come puede ser tan importante para la salud como los tipos de alimentos que se consumen.