La glándula prostática es un pequeño órgano con forma de nuez. Esta glándula es responsable de la producción del líquido seminal, el líquido que transporta los espermatozoides dentro del cuerpo del hombre. En esta glándula, pequeña pero crucial, se localiza una de las formas más comunes de cáncer que afectan a los hombres: el cáncer de próstata. Cuando el cáncer de próstata permanece confinado en la glándula prostática, suele causar pocos problemas. De hecho, no siempre es necesario tratar este tipo de cáncer y, cuando se hace, se recurre a técnicas mínimamente invasivas. Sin embargo, puede surgir un problema cuando el cáncer empieza a extenderse más allá de la glándula prostática. En estos casos, se requieren formas más agresivas de tratamiento.
Recientemente, nuevas investigaciones han identificado una fuerte correlación entre la EII (Enfermedad Inflamatoria Intestinal) y el cáncer de próstata. A medida que los hombres envejecen y se enfrentan a este riesgo, la salud de la próstata se convierte en una preocupación mayor.
Síntomas y tratamiento del cáncer de próstata
Todos los hombres deberían ser capaces de identificar los síntomas habituales del cáncer de próstata. Si se experimentan uno o más de los siguientes síntomas, hay que consultar al médico lo antes posible para descartar una causa grave:
- dificultad al orinar
- disminución de la fuerza del chorro de orina
- sangre mezclada con semen
- dolor óseo o molestias alrededor de la región pélvica
- disfunción eréctil
Una de las formas más habituales de tratar el cáncer de próstata es extirpar la glándula y parte del tejido circundante. Durante la intervención, es probable que el cirujano extirpe también algunos ganglios linfáticos de la zona, con lo que se minimiza el riesgo de recidiva. Los métodos alternativos de tratamiento incluyen la radioterapia y la quimioterapia. Una vez extirpado o destruido el cáncer, el médico puede prescribir una terapia hormonal para bloquear la liberación de testosterona. La glándula prostática depende de la testosterona para funcionar, por lo que las células del cáncer de próstata pueden verse afectadas por la ausencia de la hormona. Sin testosterona, cualquier célula cancerosa persistente crecerá a un ritmo más lento y, en última instancia, puede morir.
Existen muchas más opciones de tratamiento. Si se desarrolla un cáncer de próstata, es importante comentar las opciones con el médico. Es posible que el médico recomiende varios enfoques para eliminar el cáncer. Algunos tratamientos también pueden reducir el riesgo de volver a padecer cáncer de próstata.
Un nuevo estudio relaciona la EII y el cáncer de próstata
Aunque sabemos que la edad, la dieta, la raza y la genética contribuyen a aumentar el riesgo de desarrollar este tipo de cáncer, nuevas investigaciones han descubierto que la EII también puede influir. La EII afecta al sistema gastrointestinal y provoca síntomas como diarrea, calambres e hinchazón. Tanto los hombres como las mujeres pueden desarrollar EII y, según informan los CDC, más de tres millones de personas la padecen anualmente. Aunque se sabe que la EII aumenta el riesgo de que el cáncer se desarrolle en el tracto gastrointestinal, hasta ahora no se había estudiado la relación entre la EII y el cáncer de próstata. Un equipo de la Northwestern Medicine de Chicago se propuso cambiar esta situación con un nuevo proyecto de investigación.
La idea de una relación entre la EII y el cáncer de próstata ya se sugería en la forma de diagnosticar el cáncer de próstata: Los médicos utilizan antígenos prostáticos específicos (PSA, del inglés Prostate Specific Antigens) para determinar la presencia de cáncer. Dado que los niveles de PSA son normalmente bajos, un pico indica que puede haber cáncer. El problema es que los hombres que padecen EII también tienen un recuento elevado de PSA. Los médicos lo atribuyen a la inflamación crónica que caracteriza a la EII.
Para saber más sobre si ambas afecciones están relacionadas y cómo, los investigadores compararon a 1.033 hombres con EII con un grupo de control de 9.306 hombres sin la enfermedad. Al iniciarse el proyecto, los hombres tenían una edad media de 53 años; los dos grupos fueron estudiados durante 18 años. Al final del proyecto, los investigadores descubrieron una sorprendente correlación entre la EII y el cáncer de próstata. Los hombres con EII tenían cinco veces más probabilidades de desarrollar cáncer de próstata que sus homólogos más sanos.
Aunque es posible que más investigaciones descubran pruebas que expliquen esta correlación, el equipo de investigadores tiene una teoría. Creen que la medicación utilizada para tratar la EII puede ser la culpable. El sistema inmunitario del cuerpo busca y destruye las células cancerosas antes de que puedan crecer, pero la medicación para la EII inhibe el sistema inmunitario. También se ha sugerido que la EII y el cáncer de próstata comparten vínculos genéticos, lo que también podría explicar la correlación.
Mantener la próstata sana de forma natural
Nunca es demasiado pronto para adaptar la dieta y el estilo de vida a la salud de la próstata. Existen varias formas naturales de proteger la salud de la próstata:
Comer más alimentos ricos en flavonoides
Los flavonoides son compuestos milagrosos que aportan potentes antioxidantes al organismo. Los flavonoides poseen propiedades anticancerígenas y antiinflamatorias, lo que puede explicar por qué las personas que ingieren alimentos y bebidas ricos en flavonoides tienen menos probabilidades de desarrollar cáncer. Los estudios han descubierto que los flavonoides pueden prevenir el cáncer de próstata, al tiempo que eliminan las células cancerosas de próstata que han empezado a crecer. El té verde, las frutas, las verduras y los cereales integrales son ricos en flavonoides.
Consumir más soja
La soja y sus derivados son ricos en fitoestrógenos, un tipo de fitohormona presente en los alimentos de origen vegetal. Aunque no son tan potentes como los estrógenos, los fitoestrógenos pueden contrarrestar el efecto de la testosterona en la glándula prostática. En Japón, donde el consumo de soja es más habitual, los hombres tienen una tasa significativamente menor de cáncer de próstata.
Comer más tomates
Independientemente de cómo se preparen, se cree que los tomates previenen el desarrollo de diversos tipos de cáncer. Esto se debe a la presencia de un compuesto llamado licopeno. Los estudios sugieren que es especialmente eficaz para prevenir el cáncer de próstata, estómago y pulmón.
Beber más café
Se cree que el torrente de antioxidantes que el café aporta al torrente sanguíneo previene muchos tipos de cáncer, incluido el de próstata. Esos antioxidantes atacan a los radicales libres del organismo responsables de las células cancerosas. Añadir más antioxidantes a la dieta puede ser una de las mejores formas de prevenir algunas formas de cáncer.
En lo que respecta al cáncer de próstata, hay algunos factores de riesgo que simplemente no pueden modificarse. Por ejemplo, los hombres mayores y los de raza negra tienen muchas más probabilidades de desarrollar cáncer de próstata. Eso no significa que no se pueda actuar para reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad. Prestar más atención a los alimentos que se eligen y estar atentos a los síntomas puede reducir el riesgo e identificar antes los problemas.