Cuando uno piensa en la lavanda, le viene a la mente la imagen de las señoras inglesas tomando el té. Sin embargo, la lavanda (Lavandula angustifolia) es una flor que se empezó a utilizar en el norte de África y el Mediterráneo mucho antes de que llegara a las civilizadas costas inglesas. Conocida hoy en todo el mundo por su delicado aroma, la palabra lavanda deriva del latín lavare, “lavar”. La lavanda es conocida por su papel en diversos productos de cuidado personal y para la piel, pero quizá le sorprenda saber que también se puede comer e incluso utilizar como medicina y calmante natural del estrés.
¿Para qué sirve la lavanda?
Añadir un poco de lavanda no sólo aporta un distintivo sabor floral a ciertas recetas, sino que esta humilde flor de color púrpura claro también es rica en vitaminas y minerales. Fuente de vitamina A, beneficiosa para mantener una visión nítida y la salud ocular, así como una piel flexible, la lavanda también aporta el calcio necesario para mantener unos huesos fuertes y para la protección contra enfermedades degenerativas como la osteoporosis. La lavanda también es una forma maravillosa de obtener hierro, necesario para la salud de la sangre y los niveles de energía.
Las propiedades antiinflamatorias y antisépticas de la lavanda la convierten en la mejor opción para aliviar la piel irritada o quemada por el sol, las quemaduras, las picaduras de insectos o los cortes y rasguños de cualquier tipo. De hecho, un estudio publicado en la revista Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine reveló que la lavanda curaba mejor las heridas en ratas que la povidina yodada. Recientemente, el Journal of Medical Microbiology publicó un estudio que demostró que el aceite de lavanda también posee potentes propiedades antifúngicas y es eficaz contra muchos tipos diferentes de hongos. Al parecer, el aceite de lavanda ataca y destruye la membrana celular de los hongos, destruyendo así a los causantes. Por esta razón, el aceite de lavanda también puede ser beneficioso para las afecciones fúngicas de la piel e incluso para problemas como la caspa.
También se ha demostrado que la lavanda posee propiedades de equilibrio hormonal y alivia los síntomas emocionales del SPM (síndrome premenstrual). Un estudio japonés publicado en la revista Biopsychosocial Medicine resumía: “El presente estudio indica que la aromaterapia con lavanda como posible modalidad terapéutica podría aliviar los síntomas emocionales premenstruales”. La lavanda puede incluso ayudar a promover una digestión saludable y calmar el malestar estomacal y las náuseas.
La lavanda como calmante natural del estrés
La lavanda es quizá más conocida como un remedio contra la ansiedad y el estrés y por su capacidad para ayudar a mantener un estado de ánimo saludable. Una revisión de siete estudios clínicos realizada por el Dr. Siegfried Kasper, de la Universidad Médica de Viena, y publicada en el International Journal of Psychiatry in Clinical Practice, determinó que en tan sólo dos semanas el aceite de lavanda era eficaz para reducir la ansiedad en pacientes con trastorno de ansiedad generalizada. El aceite de lavanda también ayudó a aliviar otros síntomas que suelen acompañar a la ansiedad, como la dificultad para conciliar el sueño o permanecer dormido, además de aumentar la sensación de bienestar general. En la misma línea, otro estudio coreano determinó que el aroma asociado a la lavanda ayudaba a las estudiantes universitarias que tenían problemas para conciliar el sueño o permanecer dormidas y también funcionaba como un gran estimulante del estado de ánimo.
¿Cómo se puede utilizar la lavanda?
Para aprovechar los beneficios de las propiedades curativas y embellecedoras de la lavanda, basta con añadir unas gotas de aceite de lavanda a su loción favorita o al aceite de coco para preparar un bálsamo calmante. O añada 2-3 gotas a unas cuatro onzas de agua en un pulverizador y rocíe ligeramente sobre la zona afectada siempre que sea necesario. Para aprovechar los beneficios de la lavanda para aliviar el estrés y la tensión, aplique una o dos gotas de aceite de lavanda en las sienes o en los puntos de pulso, o machaque un puñado de flores o capullos de lavanda fresca y espolvoréelos en el baño como calmante natural del estrés.
Si no puede encontrar flores frescas, un par de gotas de aceite de lavanda en el agua del baño es también una buena forma de relajarse al final de un largo día. Otra forma de disfrutar de los beneficios ansiolíticos de la lavanda es en infusión; basta con espolvorear un puñado de flores de color púrpura pálido (frescas o secas) en agua hirviendo para aliviar la tensión y ayudar a relajarse después de un día ajetreado. Cuando llegue la hora de dormir, mete unas cuantas flores secas de lavanda en una bolsita de tela o saquito y ponlo bajo la almohada para tener un sueño tranquilo.
Consideraciones sobre el uso de la lavanda
La lavanda (especialmente cuando se ingiere) podría interferir con ciertos medicamentos, especialmente los que tratan la depresión o tienen un efecto sedante. Si está tomando algún medicamento, padece alguna enfermedad o está embarazada o en período de lactancia, consulte a su médico antes de usar lavanda. También debe tenerse precaución en el uso tópico de la lavanda en niños menores de 18 años, debido a sus propiedades de equilibrio hormonal.