El control de la natalidad en su sentido moderno es un concepto que sólo ha surgido en los últimos 100 años. La anticoncepción en cualquiera de sus formas no se legalizó en Estados Unidos hasta 1938. La píldora anticonceptiva femenina se desarrolló a lo largo de las décadas de 1950 y 1960, y no se comercializó para las parejas casadas hasta 1965. Tuvieron que pasar otros siete años para que el Tribunal Supremo dictaminara que cualquiera podía utilizar la píldora anticonceptiva, independientemente de su estado civil.
La píldora anticonceptiva femenina hace a las mujeres más independientes
La legalidad y disponibilidad de los anticonceptivos, en concreto de la píldora anticonceptiva femenina, ha tenido un enorme impacto en la vida de las mujeres. La píldora anticonceptiva ofrece a las mujeres mucha más libertad de la que han tenido en siglos pasados, dándoles pleno control personal sobre si conciben o no un hijo. Tener acceso a anticonceptivos fiables ha ayudado a millones de mujeres a seguir trabajando y ganándose la vida y, en muchos casos, incluso a no caer en la pobreza.
Aunque la píldora anticonceptiva femenina ha sido anunciada como algo maravilloso, se queda corta a la hora de abordar plenamente la cuestión del control de la natalidad. La píldora anticonceptiva se ha convertido en un método anticonceptivo muy común a lo largo de las décadas, pero está totalmente controlado por la pareja femenina. Por lo tanto, a medida que la píldora anticonceptiva se ha ido utilizando cada vez más, los hombres tienen cada vez menos responsabilidad en la prevención del embarazo. Cuando el statu quo dicta que las mujeres soportan la carga de la anticoncepción, es más probable que los hombres sigan sin recibir educación en la materia, lo que les hace menos propensos a tomar la iniciativa.
¿Por qué no existe una píldora anticonceptiva masculina en el mercado?
Los hombres no han tenido acceso a métodos anticonceptivos semipermanentes como las mujeres. Para los hombres sólo existen opciones muy temporales, como los preservativos, o muy permanentes, como la esterilización. Sin embargo, hay razones comprensibles por las que hasta ahora no hay ninguna píldora anticonceptiva masculina disponible comercialmente.
Ya en la década de 1950 se concibió un método anticonceptivo masculino similar a la píldora anticonceptiva femenina, pero no se ha desarrollado plenamente debido a muchos factores. Entre ellos, el deseo de mantener el statu quo anticonceptivo, los retos científicos y la apatía de las empresas farmacéuticas. Además, todas las fórmulas que se han probado a lo largo de las décadas han resultado tener efectos secundarios graves, como pérdida de libido y disfunción eréctil. Muchas de estas fórmulas tampoco han sido eficaces para todos los hombres. Sin embargo, los científicos se están acercando bastante a la creación de un anticonceptivo masculino eficaz, aunque tolerable y semipermanente, como ilustra un estudio reciente.
El experimento anticonceptivo masculino más reciente
El estudio en cuestión se publicó en el Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism y fue copatrocinado por las Naciones Unidas. El objetivo del estudio era determinar la eficacia y seguridad de una inyección anticonceptiva hormonal masculina en 320 voluntarios. Todos los voluntarios mantenían relaciones monógamas con parejas femeninas y tenían un recuento normal de espermatozoides al inicio del estudio.
Los hombres recibían una inyección cada ocho semanas, consistente en 1.000 miligramos de testosterona sintética y 200 miligramos de progestina, una hormona sintética derivada de las hormonas femeninas progesterona y estrógeno. La inyección anticonceptiva masculina se desarrolló para actuar de dos formas distintas. En primer lugar, la testosterona de la inyección hará que el cuerpo masculino deje de producir su propia testosterona. En segundo lugar, la progestina de la inyección detiene aún más la producción de testosterona, al tiempo que afecta a la producción de esperma.
Los investigadores descubrieron que esta inyección anticonceptiva masculina era eficaz para el 96% de los usuarios, ya que reducía el recuento de espermatozoides de los hombres hasta el punto de hacerlos estériles.
Sin embargo, el estudio se interrumpió antes de lo previsto, en parte debido a la prevalencia y gravedad de los efectos secundarios experimentados por los voluntarios. Estos efectos secundarios incluían dolor muscular, acné, depresión, latidos irregulares del corazón y cambios de humor. En total, 20 hombres abandonaron el estudio por considerar que los efectos secundarios eran demasiado graves. Una vez finalizado el estudio, el 25% de los hombres declararon que no optarían por utilizar la inyección como método anticonceptivo personal.
La opinión de la crítica
Algunos críticos han señalado que los efectos secundarios de esta inyección anticonceptiva, aunque se ha demostrado que los hombres del estudio no la toleran bien, son comparables a los efectos secundarios de los métodos anticonceptivos femeninos actuales que utilizan las mujeres a diario. Por ejemplo, el dispositivo intrauterino Mirena, un anticonceptivo femenino semipermanente, puede causar efectos secundarios como dolor pélvico, dolor abdominal, dolor de cabeza, acné, depresión, menstruaciones abundantes y prolongadas, quistes ováricos e incluso perforación del útero.
Los críticos de los resultados de este estudio afirman que el hecho de que los hombres no pudieran tolerar los mismos efectos secundarios experimentados por muchas mujeres revela que los hombres no están dispuestos a soportar tanta carga anticonceptiva como las mujeres: ¿Por qué deberían soportar estos incómodos efectos secundarios cuando la mujer puede hacerlo?
Al final, la sociedad se beneficiaría de una reevaluación de nuestras actitudes hacia la anticoncepción. La responsabilidad de prevenir el embarazo debe ser tomada con la misma seriedad por ambos sexos.