Las complejas conexiones entre el intestino y el cerebro influyen en el estado de ánimo, el comportamiento y mucho más

El aparato digestivo es una parte esencial del cuerpo. Dependemos de nuestro intestino y de la flora intestinal para digerir y absorber los alimentos, así como para eliminar los productos de desecho. Sin embargo, en los últimos años se ha investigado mucho sobre otras funciones más sorprendentes que el tubo digestivo puede desempeñar en la salud de todo el organismo. Nuestro tracto gastrointestinal afecta a todos los demás sistemas del cuerpo humano y, a su vez, se ve afectado por ellos. Nuevos estudios han descubierto que incluso el cerebro tiene formas de comunicarse y recibir comunicación del intestino.

El ritmo circadiano del tracto digestivo

Nuestro ritmo circadiano indica a nuestro cuerpo cuándo debe realizar una gran variedad de tareas, como dormir y comer. Este control central se rige principalmente por un reloj situado en el hipotálamo del cerebro, denominado núcleo supraquiasmático (NSC). Cuando nuestras retinas perciben la luz, envían mensajes al núcleo supraquiasmático para que detenga la producción de melatonina y aumente la de cortisol para mantenernos alerta y con energía. Sin luz, ocurre lo contrario y nuestro cuerpo se prepara para dormir.

in embargo, este reloj central no es el único cronómetro de nuestro cuerpo. Cada sistema orgánico e incluso algunos pequeños grupos de células mantienen sus propios ritmos circadianos. Los ritmos circadianos de varios sistemas del cuerpo se comunican entre sí para coordinar sus actividades. Esto se complica especialmente en el intestino porque las células que mantienen el sistema digestivo no sólo incluyen células humanas, sino una gran variedad de bacterias. Nuestra flora gastrointestinal, los cerca de 40 billones de diminutos microbios que nos ayudan a digerir los alimentos y a producir nutrientes vitales, también mantiene sus propios ritmos circadianos. Sufren división celular y se vuelven más activos en presencia de alimentos. Incluso se ven afectados por la melatonina, aumentando su actividad cuando el resto de nuestro cuerpo se prepara para dormir. Además, envían señales bioquímicas al cerebro en un complejo canal de comunicación de ida y vuelta.

El eje intestino-cerebro: conexiones complejas entre el intestino y el cerebro

La comunicación entre el intestino y el cerebro, junto con los efectos de esta comunicación, se ha denominado eje intestino-cerebro. Este sistema de señalización bidireccional permite al cerebro y al intestino coordinar actividades importantes. Estas actividades están relacionadas con mucho más que la mera digestión y el hambre. La flora intestinal puede activar una respuesta al estrés estimulando el nervio vago, que conecta directamente nuestro cerebro y nuestros intestinos. Además, las bacterias intestinales producen tanta melatonina que, de hecho, hay más cantidad de esta hormona en nuestro tracto gastrointestinal que en la glándula pineal, donde se fabrica y almacena en el cerebro. Las bacterias intestinales influyen en nuestro cerebro, en nuestro equilibrio hormonal y, por tanto, en nuestra salud de diversas maneras, muchas de las cuales apenas estamos empezando a comprender.

Aunque se necesitan más estudios en este campo, alterar el equilibrio bacteriano puede tener efectos como la pérdida de memoria, la ansiedad y la depresión. El simple hecho de tomar un probiótico puede ser útil junto con el tratamiento de problemas psiquiátricos complejos como el TOC. Nuestros cerebros dependen de las señales del intestino, por lo que un desequilibrio de los microbios puede tener efectos negativos de gran alcance.

¿Podría la flora intestinal perjudicar el sueño?

Connections Between the Gut and Brain Influence Mood, Behavior and More 1El papel de la flora intestinal en el mantenimiento de un ritmo circadiano y un sueño saludables es una de las conexiones más sorprendentes que han surgido de los estudios modernos de cronobiología. Ya sabíamos que estas bacterias son actores importantes en la salud, sintetizando nutrientes y ayudando a descomponer las partículas de alimentos de nuestra dieta. Sin embargo, nuevas investigaciones están descubriendo que la salud mental, la actividad autoinmune y, sí, incluso el sueño pueden depender en parte de tener un tracto gastrointestinal sano.

Si la persona tiene problemas para conciliar el sueño, es posible que un desequilibrio en la flora gastrointestinal esté provocando una disminución de la melatonina y, por tanto, insomnio. A la inversa, también es posible que la baja producción de melatonina en su cerebro esté afectando a su digestión de diversas maneras. En cualquier caso, tomar melatonina o un probiótico puede ser la solución.

Nuestro cuerpo no es un montón de partes inconexas, sino un todo que funciona de forma sincronizada gracias a complejas comunicaciones e interrelaciones. Nuestro ritmo circadiano no sólo afecta a todas las células de nuestro cuerpo, sino que también parece verse afectado por éstas a su vez. Dormir lo suficiente y alimentarse bien, dos recomendaciones sencillas y comunes, pueden ser más importantes para la salud de todo nuestro cuerpo de lo que antes podíamos imaginar.

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