¿Podrían estar relacionados trastornos mentales como la demencia con las bacterias intestinales? Esta correlación aparentemente improbable podría no ser tan descabellada: Una nueva investigación sugiere que un desequilibrio de las bacterias intestinales sanas podría ser una de las posibles causas de la demencia, un trastorno mental que afecta sobre todo a las personas mayores.
Definición de bacterias intestinales y demencia
El microbioma intestinal está formado por billones de microorganismos que incluyen aproximadamente mil tipos diversos de bacterias conocidas. Los intestinos humanos rebosan de estas bacterias “amistosas”, y casi un tercio de las diversas bacterias intestinales que cada uno de nosotros porta también están presentes en otras personas. Sin embargo, los dos tercios restantes son específicos de cada individuo, lo que significa que no hay dos personas que compartan un microbioma totalmente idéntico. Además, los humanos no nacemos con bacterias intestinales de forma innata, sino que éstas se adquieren con el tiempo.
A pesar de las connotaciones negativas asociadas a las bacterias, la microbiota intestinal no es tan mala. De hecho, son responsables de bastantes funciones en nuestro organismo. En primer lugar, estas bacterias son cruciales para la correcta digestión de los alimentos que ingerimos. El microbioma intestinal también desempeña un papel importante en nuestro sistema inmunitario. Esencialmente, un microbioma intestinal equilibrado y mantenido es necesario para una digestión y un funcionamiento del sistema inmunitario óptimos.
La demencia, en cambio, no es exactamente una enfermedad, sino un conjunto de síntomas que suelen experimentar las personas mayores. La demencia se caracteriza por la incapacidad de una persona para realizar tareas cognitivas, junto con una degradación masiva de la memoria. Otros síntomas comunes de la demencia son el deterioro de las capacidades de razonamiento, juicio y comunicación, la incapacidad para concentrarse y el deterioro de la percepción visual. La mayoría de los síntomas de la demencia afectan al cerebro. Aunque se conoce y se investiga desde hace años, aún nos queda mucho por saber sobre la demencia, como por ejemplo cómo empieza realmente.
Teniendo en cuenta las disimilitudes entre las áreas afectadas por trastornos mentales como la demencia y el tema de las bacterias intestinales y la digestión, puede sorprender que exista un vínculo potencial entre ambas.
Las bacterias intestinales como guía para el diagnóstico y tratamiento de la demencia
Las bacterias presentes de forma natural en nuestro organismo se han examinado como parte de un ámbito más amplio en lo que respecta al tratamiento de enfermedades. Con este principio en mente, el Dr. Naoki Saji, junto con investigadores del Centro de Atención Integral e Investigación de Trastornos de la Memoria del Centro Nacional de Geriatría y Gerontología de Obu, Japón, dirigió un nuevo estudio centrado en las bacterias intestinales. El grupo presentó sus hallazgos con ocasión de la Conferencia Internacional sobre Accidentes Cerebrovasculares 2019 de la Asociación Estadounidense de Accidentes Cerebrovasculares que se celebró en febrero de 2019.
Para realizar el estudio, los investigadores reclutaron la ayuda de 128 pacientes de su propia clínica de memoria. De los participantes, el 59% eran mujeres y la edad media era de 74 años. Se ayudó a los pacientes a completar diversas pruebas que medían la capacidad cognitiva. Además, algunos de los participantes padecían demencia, mientras que otros no. Para arrojar luz sobre el papel de las bacterias intestinales en la demencia, los investigadores analizaron muestras fecales de los encuestados.
Sorprendentemente, los investigadores encontraron diferencias significativas en las poblaciones bacterianas de los sujetos con demencia frente a los que no la padecen. El patrón común observado fue que los pacientes con demencia tenían niveles elevados de bacterias específicas como el indol, el escatol, el fenol, el ruminococo y el amoníaco. Además, los pacientes con demencia también tenían niveles más bajos de bacterias buenas llamadas bacteroides.
La gran conclusión de los resultados es que, en el futuro, la materia fecal de un paciente podría utilizarse para determinar si padece o no demencia. Dado que el recuento de bacterias en los pacientes con demencia era similar entre los participantes, en teoría podría utilizarse como herramienta de diagnóstico en el futuro. Por supuesto, este concepto necesitará más investigación antes de ser utilizado comúnmente en un entorno clínico.
Las bacterias intestinales también están relacionadas con otros trastornos mentales
Además de los hallazgos del Dr. Saji y su equipo, investigadores de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) también han encontrado una relación entre la composición de las bacterias intestinales y la depresión clínica. Según las conclusiones de los investigadores, publicadas en Nature Microbiology, la mayoría de las bacterias intestinales de nuestro organismo son capaces de crear neurotransmisores, como la dopamina y la serotonina. Los investigadores también descubrieron que las personas diagnosticadas de depresión carecían de dos cepas específicas de bacterias.
El estudio se encuentra aún en sus primeras fases, pero teniendo en cuenta la gran cantidad de investigaciones recientes dedicadas a la salud intestinal, los nuevos hallazgos reforzarán sin duda la idea de que las bacterias intestinales tienen algo más que ver con el proceso digestivo.
En un caso similar a los hallazgos del Dr. Sajia y su equipo, existe la posibilidad de que la materia fecal y las bacterias intestinales de una persona puedan utilizarse en el futuro para diagnosticar la depresión clínica. Si se realizan más investigaciones, también existe la posibilidad de que los hallazgos se conviertan en un posible tratamiento para la depresión.
La investigación del Dr. Saji y su equipo puede cambiar la forma en que los médicos diagnostican y tratan la demencia. Esperemos que el equipo consiga más éxitos en los próximos meses y veamos nuevos avances en relación con este descubrimiento científico.