A medida que aumenta la edad, se produce una mayor deposición de proteínas en el cerebro, lo que perjudica la velocidad de conducción nerviosa.
Algunos alimentos contienen sustancias que pueden influir positivamente en la función cerebral. La espermidina es una de ellas. Esta sustancia se ha convertido en una especie de superestrella en los últimos años. Pertenece a un grupo de sustancias vegetales secundarias denominadas “activadores de la sirtuina”. El nombre de la sustancia se debe a que se detectó por primera vez en el líquido seminal masculino. Sin embargo, existen otras fuentes de espermidina. Algunos alimentos como el germen de trigo, la soja seca, el queso madurado, las alubias rojas y muchas setas son especialmente ricos en esta sustancia natural.
Una de las tareas más importantes de la espermidina es un proceso también conocido como autofagia. Mientras que a una edad temprana este proceso sigue funcionando muy bien, con la edad avanzada este sistema ya no funciona tan eficazmente. Cada vez se acumula más basura molecular en las células. Se supone que nuestro cuerpo produce por sí mismo alrededor de un tercio de la espermidina que necesita cada día. Entre otras cosas, nuestras bacterias intestinales producen una gran parte de esta importante sustancia. Sin embargo, para potenciar aún más el propio proceso de reciclaje del organismo, se recomienda recurrir cada vez más a alimentos ricos en espermidina para garantizar las necesidades diarias de espermidina y, al mismo tiempo, apoyar también las funciones cerebrales.
Estos alimentos incluyen:
Germen de trigo: El extracto de estos gérmenes de cereales es rico en proteínas, ácidos grasos y vitaminas. Además, el germen de trigo tiene un contenido muy elevado de espermidina. Se ha demostrado que una dieta rica en germen de trigo eleva el nivel de espermidina del organismo al cabo de sólo tres meses, por lo que puede ayudar a n mejorar significativamente el rendimiento de la memoria.
Astaxantina: Se encuentra principalmente en los mariscos, especialmente gambas, cangrejos, langostas y camarones, así como en el salmón y las algas. Esta sustancia similar a las vitaminas puede proteger las células y favorecer la transmisión de energía.
Arándanos: Estas frutas tienen un contenido muy elevado de polifenoles, entre los que destacan sobre todo las antocianinas, muy eficaces. Estas son conocidas por sus efectos antioxidantes y antiinflamatorios.
Té verde: Es rico en sustancias valiosas como las catequinas. Éstas pueden ayudar a proteger las células cerebrales y aumentar así el rendimiento cognitivo. Esto se debe principalmente a la sustancia galato de epigalocatequina (EGCG), un flavonoide, al que se atribuye la capacidad de prevenir la formación de placas en el cerebro, un proceso que podría proteger contra la neurodegeneración.
Cúrcuma: El principio activo de la especia asiática cúrcuma (Curcuma longa), pariente del jengibre, es la curcumina. Esta sustancia vegetal secundaria de la cúrcuma confiere a los platos indios de curry su característico color amarillo. Además, la curcumina puede proteger las mitocondrias de las células cerebrales contra el estrés oxidativo. Además, se ha demostrado que el consumo regular de cúrcuma mejora la memoria y ralentiza la degradación de las neuronas del cerebro.
Perrinas: Son sustancias presentes en la pimienta negra que pueden aumentar la biodisponibilidad de diversos micronutrientes.
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