Como uno de los tipos más comunes de demencia, la enfermedad de Alzheimer afecta a millones de estadounidenses cada año. Entender los diversos factores de riesgo del Alzheimer puede permitir hacer una serie de cambios en el estilo de vida con los que se pueden reducir las posibilidades de ser diagnosticado. Esto es lo que hay que saber sobre esta enfermedad a medida que se envejece para poder minimizar el riesgo.
Entender mejor la enfermedad de Alzheimer
El Alzheimer es una enfermedad progresiva que suele presentarse con una leve pérdida de memoria en las fases iniciales. A medida que se agrava, la enfermedad puede llevar a la incapacidad de reconocer a los seres queridos, conversar de forma lógica y responder a señales ambientales importantes. En sus fases avanzadas, los enfermos de Alzheimer pueden no ser capaces de realizar actividades cotidianas sencillas de forma independiente.
En la actualidad, no existe una cura para la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, hay varias formas en que los tratamientos médicos pueden mejorar la calidad de vida de quienes viven con esta viciosa enfermedad. Esto incluye el control de los síntomas conductuales del Alzheimer, la adopción de medidas para ralentizar la aceleración de los síntomas y la ayuda a los pacientes para mantener una salud cerebral óptima. Además de apoyar al paciente, sus seres queridos también deberían buscar ayuda para afrontar este difícil pronóstico.
Factores de riesgo del Alzheimer
Un estudio reciente del Paris Brain Institute (Instituto del Cerebro de París, en Francia) ha identificado asociaciones entre diez condiciones de salud distintas que aumentan el riesgo de un diagnóstico de Alzheimer hasta dentro de diez años. Los factores de riesgo que el estudio identificó a través de su investigación son los siguientes:
- depresión
- trastornos del sueño
- ansiedad
- pérdida excesiva de peso
- artritis conocida como espondilosis cervical
- estreñimiento
- reacciones externas al estrés elevado
- pérdida de audición
- historial de caídas
- fatiga constante
Además de este estudio, la Comisión Lancet sobre la demencia también ha publicado una nueva lista de factores de riesgo modificables que aumentan la amenaza de desarrollar Alzheimer. Estos factores de riesgo son el consumo excesivo de alcohol, los antecedentes de lesiones en la cabeza, la exposición a la contaminación atmosférica, la obesidad, el tabaquismo, la hipertensión, la depresión, la inactividad física y la diabetes.
A diferencia de algunos de los factores de riesgo identificados en el estudio realizado en Francia, estos elementos modificables son riesgos que una persona puede abordar mediante diversos cambios en su estilo de vida. Aunque algunos de los factores de riesgo asociados a esta terrible enfermedad son genéticos y circunstanciales, también hay una serie de riesgos que se pueden reducir con las decisiones adecuadas sobre el estilo de vida.
Cómo proteger la salud cognitiva
Ahora que conocemos algunos de los factores de riesgo más comunes del Alzheimer, podemos averiguar los pasos que podemos dar para protegernos de esta enfermedad potenciando nuestra propia salud cognitiva. Esto incluye ser intencional en cuanto a comer una dieta basada en plantas y rica en grasas saludables. Entre los nutrientes específicos que han demostrado mejorar la salud del cerebro se encuentran la vitamina K, los ácidos grasos omega-3 y los flavonoides que se encuentran en los alimentos de colores vivos.
También hay que ser diligente a la hora de limitar el consumo de alimentos procesados con bajo contenido en nutrientes. Este tipo de alimentos puede provocar inflamación y estrés oxidativo, lo que conduce a un sinfín de problemas cognitivos y cambios de humor.
Algunas de las investigaciones más prometedoras en torno a la protección de la salud cognitiva se encuentran en el ámbito de la actividad física. Los expertos creen que practicar al menos 30 minutos de ejercicio aeróbico moderadamente vigoroso cuatro veces a la semana puede ayudar a prevenir la aparición y la progresión de la enfermedad si ya se experimentan síntomas.
Otra buena medida para proteger la salud cognitiva en los últimos años es estimular intencionadamente la mente con rompecabezas, juegos y otras actividades. La socialización y la conexión con otras personas son otras formas estupendas de ralentizar la progresión de esta enfermedad.
Además de las medidas proactivas de comer bien y ejercitar tanto el cerebro como el cuerpo, es importante limitar el estrés en la vida. Comprometerse a relajarse es una forma de evitar los factores de estrés que pueden provocar un deterioro mental, tanto ahora como en el futuro.
Por último, tomar un suplemento específico para favorecer la función cognitiva normal es una de las formas más fáciles y eficaces de mejorar estos resultados a medida que envejecemos. La combinación adecuada de vitaminas, antioxidantes y estabilizadores de las membranas celulares es importante para favorecer una función mental, una concentración y una memoria óptimas.
Es importante tener en cuenta que un cierto grado de olvido es normal a lo largo de la edad. Sin embargo, al ser proactivo para reducir sus factores de riesgo modificables, le hará un favor a su mente a medida que envejece.