El envejecimiento se asocia casi siempre a un lento declive de la aptitud mental, la concentración y la memoria. Esto plantea retos a las personas, ya que deben aprender a afrontar estos cambios, una lucha que, en última instancia, puede afectar al estado de ánimo general.
Sin embargo, para optimizar las capacidades cognitivas en la vejez, es necesaria una detección precoz. Esto es importante para poder iniciar con éxito medidas preventivas.
Hoy en día se reconoce la existencia de un modelo integrado para mantener en forma el cerebro. Este modelo combina una dieta equilibrada y un entrenamiento físico moderado con ejercicios específicos para entrenar las capacidades cognitivas y formas específicas de meditación.
Ciertas vitaminas, minerales, fosfolípidos y extractos vegetales seleccionados también pueden tener un efecto positivo sobre la función cerebral.
Se trata, en particular, de:
Sal disódica de pirroloquinolina quinona – PQQ: La PQQ se encuentra en muchos alimentos, como algunas frutas y verduras, productos de soja y té. De hecho, las mayores cantidades de este nutriente se encuentran en el natto (soja fermentada). La importancia de la PQQ para el ser humano no se descubrió hasta 2003. Además de regular los efectos sobre el metabolismo general y, por tanto, también sobre la aptitud mental, también puede potenciar muchos efectos de otras vitaminas.
Voacanga Africana: Se trata de una especie vegetal de la familia del beleño. Además de sus propiedades de protección celular, este extracto puede favorecer la circulación sanguínea y ayudar a mantener los niveles de ATP en las células nerviosas.
Inositol: se encuentra en cereales, frutos secos, semillas, legumbres, frutas y verduras, entre otros. El inositol y sus derivados desempeñan un papel importante en la transmisión de señales dentro de las células. Por ejemplo, las señales que entran en la célula desde el exterior se conducen desde la membrana celular hasta el núcleo de la célula con la ayuda del inositol. De este modo, el metabolismo celular se adapta a las necesidades externas y se induce a las células a producir sustancias específicas cuando es necesario.
Colina: La colina pertenece al grupo de las aminas biógenas y está presente en casi todas las formas de vida. Los alimentos ricos en colina son principalmente los huevos. La colina desempeña un papel importante en el metabolismo de los aminoácidos y participa en la formación de sustancias importantes en el organismo, como el fosfolípido lecitina en la formación de la membrana celular. La acetilcolina, uno de los neurotransmisores más importantes del organismo, también se forma a partir de la colina.
DMAE: El dimetilaminoetanol (DMAE) es otra amina biogénica y tiene funciones similares a la colina. Sólo se encuentra en pequeñas cantidades en alimentos como las sardinas y las anchoas. Interviene igualmente en la construcción de la membrana celular y también sirve como material de partida para la síntesis de la colina.
La huperzina es un alcaloide que se encuentra en ciertos musgos. Puede inhibir la colinesterasa y así, entre otras cosas, ralentizar la descomposición de la acetilcolina, lo que supone una cierta protección para las células nerviosas.
El NADH está relacionado con la vitamina B3, que se encuentra en todas las células y participa en la llamada cadena respiratoria mitocondrial. Su función más importante es regular el equilibrio energético de las células. La NADH se encuentra sobre todo en los productos animales, pero también en los vegetales verdes.
Coenzima Q10 y vitamina E: Estos dos micronutrientes tienen un efecto particular sobre la membrana celular. En la cadena respiratoria, la coenzima Q10 sirve de transmisor de electrones en la membrana celular mitocondrial y es, por tanto, esencial para la producción de energía. La vitamina E actúa como regenerador y estabilizador de estos procesos. Entre los alimentos que contienen mucha vitamina E se encuentran diversos aceites, frutos secos, semillas y verduras de hoja verde. La coenzima Q10 se encuentra principalmente en la carne de vacuno, pollo, oveja y cordero, el pescado y los huevos.
Ácido fólico: El ácido fólico, también llamado vitamina B9, se encuentra en verduras de hoja verde como las espinacas, los pepinos y la col. Las legumbres, los frutos secos y las naranjas también son ricos en ácido fólico. El ácido fólico es una coenzima que interviene en varias reacciones metabólicas y es absolutamente esencial para que el organismo funcione de forma óptima. Desempeña un papel especial en el crecimiento de células diferenciadas y en la formación de glóbulos rojos, responsables del transporte de oxígeno.
Ginkgo biloba: Los flavonoides contenidos en la hoja del ginkgo biloba (una especie de árbol originario de China) pueden ayudar a proteger contra el daño celular y favorecer la circulación sanguínea.
La acetil-L-carnitina es un éster del aminoácido L-carnitina, que a su vez funciona como molécula transportadora de ácidos grasos a través de la membrana mitocondrial. La acetil-L-carnitina se metaboliza en las mitocondrias de las células, proceso en el que se obtiene energía para el equilibrio celular. Entre los alimentos ricos en acetil-L-carnitina se encuentran la carne roja, las aves de corral, el pescado y los productos lácteos. Además, el organismo vivo forma acetil-L-carnitina a partir de carnitina cuando la necesita y viceversa.
La fosfatidilserina es un componente esencial de todas las membranas celulares y desempeña un papel importante en el cerebro, sobre todo en la liberación de neurotransmisores y, por tanto, en la transmisión de estímulos entre las células nerviosas. La carne y el pescado son buenas fuentes de fosfatidilserina. Las alubias blancas también tienen un alto contenido en este nutriente.
Ginseng: El potencial protector celular de esta hierba medicinal y su capacidad para influir en determinados receptores cerebrales pueden permitir mantener un estado de ánimo y un funcionamiento intelectual positivos.
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