El embarazo y la lactancia son fases profundamente gratificantes de la vida de una mujer, pero también son momentos en los que madre e hijo se enfrentan a grandes retos. Un entorno lleno de amor, paz y seguridad es esencial para el bienestar de la madre. En el plano físico, es crucial descansar mucho y satisfacer las mayores necesidades del organismo de determinadas vitaminas, minerales y oligoelementos importantes.
Una dieta equilibrada desempeña un papel crucial en el desarrollo del feto. En resumen, ingerir los nutrientes adecuados durante el embarazo es importante para garantizar una gestación normal y el correcto desarrollo del niño en el vientre materno. Como la necesidad de ciertos nutrientes aumenta durante el embarazo y la lactancia, es más fácil desarrollar carencias que podrían afectar negativamente al desarrollo del embrión.
Por lo tanto, durante el embarazo y la lactancia, la madre y el niño necesitan una combinación equilibrada de las vitaminas, minerales y oligoelementos esenciales más importantes en cantidades más elevadas para prevenir los síntomas de carencia durante el embarazo y la lactancia, y para garantizar el bienestar óptimo de la madre y el niño.
Vitamina C: También conocida como ácido ascórbico. Los cítricos se consideran las principales fuentes clásicas de vitamina C. Pero muchas verduras como los pimientos, el brécol y la col también son ricas en vitamina C. Puede contribuir a las funciones normales del sistema inmunitario. También contribuye a un metabolismo normal y puede reducir el cansancio y la fatiga. La vitamina C modula la absorción del hierro en el organismo, por lo que también desempeña un papel importante en la producción de energía. Además, la vitamina C interviene en la síntesis del colágeno. El colágeno es responsable de la formación de muchos tejidos del organismo, por lo que es importante para el desarrollo de los ojos, los huesos, los vasos sanguíneos y el cerebro. La vitamina C también tiene importantes efectos protectores de las células. Por último, pero no por ello menos importante, la vitamina C puede contribuir a la regeneración de la forma reducida de la vitamina E y apoyar así la función positiva de esta vitamina.
Vitamina E: Como sustancia liposoluble, está presente principalmente en las membranas celulares. Puede ayudar a proteger las células del estrés, estabilizar los importantes ácidos grasos omega-3 e influir positivamente en la función del sistema inmunitario. Entre los alimentos que contienen mucha vitamina E figuran diversos aceites, frutos secos, semillas y verduras de hoja verde.
La vitamina A puede contribuir al metabolismo normal del hierro y al funcionamiento normal del sistema inmunitario. También interviene en el proceso de especialización celular. Además, puede favorecer el crecimiento de la placenta y el desarrollo embrionario. La carne, los huevos, los productos lácteos y algunos tipos de pescado son ricos en esta vitamina. Otros carotenoides como la luteína, el licopeno y el betacaroteno son pigmentos vegetales naturales e importantes tanto para la madre como para el niño. Estos nutrientes se encuentran en muchos tipos de frutas y verduras.
Las vitaminas B se encuentran en muchos alimentos de origen animal y vegetal, como el pescado, la carne, los huevos, los frutos secos y las legumbres. Los complejos vitamínicos B, B1 (tiamina), B2 (riboflavina), B3 (niacina), B5 (ácido pantoténico), B6 (piridoxina) y B12 (cobalamina) son componentes clave de varias enzimas que estimulan importantes procesos metabólicos. Las vitaminas B6 y B12 son especialmente importantes durante el embarazo. Estas vitaminas pueden contribuir al metabolismo energético normal, a la función mental normal y a la función nerviosa normal, entre otras cosas.
Vitamina K: Las verduras verdes como las espinacas, el brécol y la col rizada, así como la fruta, los huevos y los productos lácteos, se consideran buenas fuentes de vitamina K. La vitamina K1, en particular, puede ayudar a mantener unos huesos normales y favorecer la coagulación normal de la sangre.
La vitamina D puede contribuir a unos niveles normales de calcio en la sangre y a una función ósea y muscular normal. La vitamina D se encuentra principalmente en alimentos de origen animal como el pescado, los huevos, la carne y los productos lácteos.
MCHC: La hidroxiapatita es una forma especial de calcio y representa hasta el 40% de la masa respectiva en los huesos y hasta el 95% en los dientes. Además de calcio, la hidroxiapatita también contiene fósforo, un segundo mineral esencial para la formación ósea. Puede absorberse en cuanto se consume en forma micronizada, es decir, muy reducida.
El ácido fólico, también conocido como vitamina B9, se encuentra en las verduras de hoja verde, como las espinacas, los pepinos y las coles. Las legumbres, los frutos secos y las naranjas también son ricos en ácido fólico. Las necesidades aumentan sobre todo durante los tres primeros meses de embarazo. Un bajo nivel de folato materno es un factor de riesgo para el desarrollo de defectos del tubo neural en el feto en crecimiento . Por lo tanto, se recomienda una ingesta adicional de al menos 400 µg de ácido fólico al día un mes antes y en los tres meses posteriores a la concepción .
Biotina: La carne, los productos lácteos, los frutos secos, las semillas, las legumbres y las setas son ricos en este nutriente. Al igual que el ácido fólico, la biotina interviene como coenzima en varios procesos metabólicos importantes. La necesidad de este nutriente aumenta significativamente durante el embarazo y la lactancia. La biotina puede contribuir al metabolismo energético normal y al funcionamiento normal del sistema nervioso.
DHA: Los pescados de agua fría como el salmón, la caballa, el arenque, el atún y las sardinas son ricos en DHA. Este importante ácido graso omega-3 puede contribuir al desarrollo del sistema nervioso, los ojos, el corazón y el cerebro del niño, y tener un efecto positivo en el feto.
Calcio: Ciertas mezclas minerales que contienen calcio tienen numerosas propiedades. No sólo aportan minerales al organismo, sino que también pueden ayudar a regular el valor del pH del cuerpo. Además, el calcio es especialmente necesario para el crecimiento normal y el desarrollo óseo del feto y del recién nacido.
La piperina se encuentra en la pimienta negra y puede aumentar la biodisponibilidad de varios micronutrientes.
Yodo: El pescado de mar y el marisco, los huevos y el queso y los productos lácteos contienen mucho yodo. Puede contribuir a una función cognitiva normal.
El magnesio se encuentra en alimentos como los cereales, los frutos secos, las semillas, las legumbres, las verduras y los frutos secos. Entre otras cosas, puede contribuir al buen funcionamiento de los músculos.
El hierro se encuentra principalmente en alimentos como la carne oscura (sobre todo hígado, ternera y cerdo). Aunque algunos alimentos vegetales como la fruta, la verdura y los cereales contienen hierro, el organismo lo absorbe mucho mejor de los alimentos de origen animal. El hierro es importante para la formación de la sangre. También puede contribuir al transporte normal de oxígeno en el organismo y reducir la fatiga y la debilidad.
El zinc se encuentra en la carne, los productos lácteos, el pescado, los cereales integrales, las legumbres y los frutos secos, entre otros. Puede contribuir a la síntesis normal del ADN y apoyar la función cognitiva normal. Otros minerales como el cobre, el selenio, el manganeso, el cromo y el molibdeno son necesarios para promover niveles normales de energía, mejorar los huesos, favorecer un sistema inmunitario normal, etc., y respaldan los efectos del zinc.
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